Colgados en Venezuela: los senderos aéreos del Waraira Repano

EXPRESO - 29.10.2012

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa La tirolina –el canopy, como lo llaman en muchos lugares de Latinoamérica- es uno de los medios de transporte más divertidos del mundo

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa

La tirolina –el canopy, como lo llaman en muchos lugares de Latinoamérica- es uno de los medios de transporte más divertidos del mundo. Así, colgados de cables de acero, pero también de redes y puentes de cuerda, senderos aéreos en plena naturaleza, disfrutamos como niños de uno de los lugares más atractivos de Venezuela.

Waraira Repano (o Warairarepano), también conocido como ‘El Ávila’, Parque Nacional desde 1958, abarca la cordillera situada entre Caracas y el mar Caribe y se alarga hacia el Este, incluyendo los municipios de Brión y Acevedo, ya en el Estado de Miranda. Tiene unos 850 kilómetros cuadrados y aproximadamente 100 de longitud.

Pues bien, en nuestro viaje tuvimos ocasión de asomarnos a este paraíso selvático y sin embargo casi urbano. Porque la distancia desde el Hotel Venetur Alba Caracas, antiguo Hilton, y el ‘Área Recreativa los Venados’ rondará los seis kilómetros.

Allí es a donde llegamos de la mano de los atentos y profesionales empleados de Inparques, subiendo por una serpenteante y empinada calzada. Bueno, realmente, más que de la mano, nos llevaron en sus 4x4, imprescindibles para esta ascensión.

Este espacio lúdico y educativo ocupa la antigua Hacienda cafetalera ‘La Trinidad’, que está perfectamente restaurada y acondicionada para su nueva actividad, con sus parrilleras, su auditorio y sus zonas de acampada, pero conservando su primitiva arquitectura y sobre todo su magnífico plaza porticada.

En este escenario, pleno de oxígeno, con la gran ciudad de Caracas a nuestros pies, el vigilante Jairo José Vargas Rodríguez, de rancia casta guardesa, nos puso al corriente de las normas para la protección y el respeto de la vida selvática.

Y en aquel mismo lugar, a la sombra de un nogal de Caracas, Erick Lenarduzzi, coordinador del Parque, nos ilustró con los datos técnicos, que extractamos aquí.

Manolo, de EXPRESO, Roberto, de Cuba, Viviana, de Bolivia y tres 'operadores' del Parque

Su altimetría varía entre 120 metros sobre el nivel del mar y los 2.765 del pico Naiquatá. Esta circunstancia, en zona tropical, unida a la proximidad del Caribe, proporciona a este parque una gran riqueza de fauna y vegetación.

Así, en una relativamente estrecha faja de tierra podemos encontrar animales tan varios como ocelotes (que aquí llaman cunaguaros o tigrillos), monos araguatos, perdices, el turpial, ave nacional de Venezuela, o peligrosas serpientes como la cascabel, la tigra mariposa o la mapanare.

Y en la diversidad de su flora árboles como el aromo, especie de acacia que también llaman cují, cuya flor es la aroma, el roble, el araguaney, árbol venezolano por excelencia, múltiples helechos y orquídeas, incienso, la rosa del Ávila o el lirio de monte.

En el ámbito de este Parque todavía conviven casi medio centenar de pequeños asentamientos humanos. Entre todos destaca el espacio denominado Galipán, formado por los poblados de Manzanares y los San José, San Isidro y San Antonio de Galipán, habitados por descendientes de canarios que llegaron en el siglo XVIII.

Actualmente las actividades extractivas, agrícolas e industriales están prohibidas en todo el ámbito. Sin embargo hay alguna excepción, como esta antigua Hacienda Trinidad, cuyos cafetales están siendo recuperados, por considerarlos perfectamente integrados en la vida del Parque.

Como aliciente extra, al que nos apuntamos inmediatamente, tienen instalado un circuito de tirolina que nos traslada por unos minutos al mundo de Tarzán o del Barón Rampante. Allí, desde la copa de los árboles, tenemos las mejores vistas de la ciudad, distinguiendo claramente el Panteón Nacional o la cúpula del Capitolio, en el casco histórico.

Desde 'los Venados', el Panteón Nacional, el Cuartel de San Carlos y, al fondo, cúpula del Capitolio

Finalizando ya la jornada, queda sin embargo una de las etapas más tensas de esta aventura: la bajada a Caracas por aquellas pendientes empedradas estimula más la adrenalina que el balanceo de los puentes colgantes o el rápido descenso por cable y frenada con el guante. La pericia de los conductores de Inparques es decisiva para la seguridad de este último tramo.

De todos modos, lo que más impresiona es la proximidad de dos mundos tan lejanos en sus conceptos: la selva y la urbe.

Los caraqueños, por lo que nos dicen, en gran porcentaje ajenos a esta maravilla, tienen aquí un extraordinario tesoro para su disfrute inmediato, con posibilidad de acampada, en áreas dispuestas para ello, o de hacer senderismo y excursiones, en las rutas señaladas, o simplemente observar la naturaleza.

Este Warairarepano es sólo uno de los 43 Parques Nacionales de Venezuela, que ‘abarcan los sistemas más representativos del país’. El cuidado de la naturaleza es una de las prioridades de la Constitución de 1999, que establece por primera vez los Derechos Ambientales de sus habitantes, marcando el inicio de la Revolución Ambiental.

‘Al capitalismo lo que le interesa es el dinero, no le importa si acaba con los bosques, con las aguas y con la vida. Por el camino del socialismo es que podemos recuperar el equilibrio perdido en el planeta, porque se coloca por delante la vida humana’ (Comandante Presidente Hugo Chávez Frías).