Quiberon, una escapada para disfrutar del océano y la tradición bretona

EXPRESO - 04.06.2014

Al sur de la Bretaña francesa, en la provincia del Morbihan, se encuentra la península de Quiberon

Al sur de la Bretaña francesa, en la provincia del Morbihan, se encuentra la península de Quiberon. Rodeada por el Atlántico, esta estación balnearia es famosa por sus playas de arena fina, sus acantilados de granito y sus especialidades culinarias. Una bocanada de aire yodada para tomar en familia, recargar pilas y pasar unas vacaciones memorables.

perro
Nada más llegar a Quiberon, uno se siente como si estuviera en la punta del mundo, cercada por océano. Entre la costa salvaje y la bahía, esta lengua rocosa se adelanta 14 kilómetros en el mar y ofrece numerosos rincones especiales, muy diferentes según el tiempo.


Aunque las tempestades no sean raras aquí, Quiberon disfruta de una insolación excepcional de 2.500 horas al año. Un microclima del cual sus ciudadanos están orgullosos, no sin razón. Hacer deportes marítimos, pasearpor estos puertos bretones o descansar en las playas, son muy variadas las actividades en esta encantadora península.
 
Apenas 5.000 habitantes en invierno, Quiberon ve su población triplicada durante la temporada estival. Por eso es mejor evitar las vacaciones para venir a esta estación balnearia. Con una única vía de entrada, las retenciones de tráfico son importantes, y a veces hace falta horas para acceder a la villa.
 
Otra opción para llegar es el ‘tire-bouchon’. Se trata de un tren tradicionalque funciona solo en verano y permite hacer más fluida la circulación. Durante el viaje, una hora, se puede disfrutar de paisajes maravillosos.
 
Cuando los viajeros ven por la ventanilla ambas partes del océano en el istmo de Penthièvre, saben que han llegado a la península bretona. De camino, el ‘fort de Penthièvre’, construcción militar del siglo XVIII, que hoy sirve de base de entrenamiento.
fort
Y justo al final de esta lengua de tierra, tras pasar  la comuna de Saint-Pierre de Quiberon, se llega a esta villa de pescadores. Dos puertos, Port-Maria y Port-Haliguen, marcan el ritmo de la vida quiberonesa.
 
Pesquero y comercial, Port-Maria está ubicado en la playa más grande, en el centro de Quiberon. Aquí se coge el barco para ir a Belle-île-en-Mer, Houat y Hoëdic, tres islas a menos de una hora en las que evadirse al corazón de la naturaleza. Desde el puerto se puede ver la mayor, Belle-île-en-Mer, cuando el tiempo lo permite. 
 

 

Situado en el extremo de la península, al lado de la bahía, Port-Haliguen es a la vez puerto pesquero, comercial y, sobre todo, deportivo. Hay que darse un paseo por los muelles del Puerto Viejo y, cuando la brisa abre el apetito, buscar en la zona alta del puerto deportivo alguno de los restaurantesdonde se sirven crepes saladas y dulces.

 
 

Entre bahía y costa salvaje, dos caras opuestas

 
Los paisajes marinos de Quiberon están diseñados por los vientos y las corrientes oceánicas. Al oeste de la península se encuentra la costa más salvaje, que se extiende unos 8 kilómetros.
chateau
Los viajeros se preguntan siempre cuál es el origen de ese castillo de estilo anglo-medieval que se ve frente al océano. Llamado ‘Château Turpault, es solo una extravagancia de un industrial que lo mandó construir en 1904. Imposible visitarlo, es propiedad privada.
 
Desde esta mansión hasta la ‘Pointe du Percho’, la costa salvaje ofrece un espectáculo impresionante con olas estrellándose sobre las rocas, espuma blanca dispersándose según el capricho del viento y acantilados esculpidos por el Atlántico.
 
Aquí, el curso del tiempo y la erosión han dado forma a calas, cuevas y arrecifes que se asoman durante la marea baja. Las playas ofrecen paseos muy agradables pero el baño está prohibido a causa de las olas, bastante traicioneras. Las playas de ‘Port Bara’ y ‘Port Blanc’ son el paraíso de los surfistas, que desafían el fuerte oleaje del océano. 
 

En el lado contrario, al este de la península protegida del viento, la bahía ofrece un lugar más apacible a los bañistas, que se dejan acunar por los chapoteos de las olas. Aquí la mar está calma e invita a a bañarse en sus aguas transparentes.

 

bahia

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Entre el ‘Conguel’, la punta de la península, y Saint-Julien, la aldea quiberonesa, existen numerosas playas de arena fina y blanca  muy agradables para tomar el sol o jugar a las palas. También se puede practicar pesca, vela, esquí acuático o submarinismo.
 
Justo enfrente se encuentran otras estaciones balnearias: Carnac, famosa por sus menhires, y La Trinité-sur-mer, uno de los lugares más importantes para practicar deportes náuticos. Dos villas bretonas que merecen el rodeo. 

 

Varias especialidades quiberonesas famosas

 
Estar asomada al océano conlleva una gastronomía repleta de buenos pescados y mariscos. Vieiras, ostras, cigalas, almejas, caballas, lubinas… una gran variedad de productos del mar se puede encontrar en los puestos de las pescaderías o en el mercado el sábado por la mañana, en la plaza del Varquez.
plaza
¿Un buen lugar para probarlasLa Criée, restaurante de la ‘Maison Lucas’, ubicada en la lonja de Port-Maria. Aquí, el pescado y los mariscos provienen directamente de la pesca de cada madrugada.
 
Antiguo puerto sardinero de Francia, Quiberon llegó a contar con 13 conserverias en los años 50, en esta época era su principal actividad. Hoy solo existen dos conserveras: La Belle-îloise y La Quiberonnaise 
 

 

Ambas han sabido conservar su ‘savoir-faire’ tradicional y emplean a numerosos trabajadores temporales. No hay que perderse la crema de sardina al whisky,la mousse de atún blanco a la albahaca de la Belle-îloise o la sopa de pescado de la Quiberonnaise.

 

Recién transformada, la plaza Hoche, situada en el centro de la ciudad, es un sitio agradable para tomar algo frente del Océano Atlántico. Entre conciertos, fest-noz (fiestas tradicionales bretonas) y actividades diversas, es un sitio animado cuando llega el buen tiempo. 
niniches
Un paseo por el  boulevard Chanard, a lo largo de la gran playa, no está completo sin probar una ‘niniche’, otra especialidad quiberonesa, premiada como mejor dulce de Francia en 1946. Se trata de un caramelo largo de diferentes sabores. Creadora de esta golosina, la Maison d’Armorine prepara sus piruletas calientes de caramelo frentea los clientes en las noches de verano.
 
Otro dulce de esta empresa familiar que merece la pena: el Salidou, crema de caramelo blando con mantequilla salada. Sobre una crêpe, un gofre o simplemente con una cuchara, el Salidou apetece en cualquier momento del día.
Su textura untuosa y su gusto salado hace casi imposible resistirse a esta crema bretona, elaborada según una receta tradicional que los artesanos se transmiten desde varias generaciones. 
 

Aldeas de pescadores, lugares tranquilos 

 
Además del centro de la villa, Quiberon se compone también de varios pueblos de pescadores. Las aldeas de Kermorvan, Le Manémeur y Kerniscop forman parte del encanto de la península. Aquí no hay tiendas ni bares, solo tranquilidad y calma.

aldea

casa
 

A los viajeros les encantan sus casas de piedra típicamente bretonas, orilladas de hortensias floridas en varios colores, sus calles estrechas y el canto de los pájaros. Todo parece dispuesto para relajar a los visitantes que, a pie o en bici, atraviesan estas sendas de la landa bretona. 
 

En el corazón de esta landa, la torre de Locmaria, la única construcción que se conserva del antiguo faro construido en 1806. Con una altura de 33 metros de altura, ofrece un punto de vista excepcional sobre los alrededores de Quiberon: la bahía, el istmo de Penthièvre, la costa salvaje y las islas de Belle-île y Houat
 
faroA lo largo del paseo es muy fácil ver lavaderos bretones o pozos de agua antiguos, construidos en granito. Cerca de la aldea de Kernavest hay que hacer una visita al ‘Lavoir du Ragot’, con un jardín llenito de flores, que cuidan los miembros de una asociación quiberonesa.
 
¿Cuándo venir a Quiberon?   
 

Resulta completamente distinto en invierno, con tempestades, viento, calles semidesiertas, y en verano, con un tiempo templado por el sol, actividades marítimas, miles de turistas… esta estación balnearia ofrece dos caras al viajero, cada una con sus encantos.

 
Algunos prefieren los días de tempestad para ver una costa salvaje, desenfrenada, otros los días soleados para disfrutar de las playas. Para descansar y tomar el sol tranquilamente el mejor momento son los meses de junio y de septiembre, entre el principio y el fin de temporada estival. 

 

Texto: Rozenn Le Roux; Fotos: Rozenn Le Roux y Jérôme Val

 

 

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